"No siente ni padece", se dice de aquel que "vegeta" sedado, en coma, o en el limbo difuso de la pena y la gloria. Ni infierno ni cielo; ni en medio del carrusel de la vida ni en el potro del dolor...
Nuestros cinco sentidos clásicos nos hacen sentir y disfrutar la vida; pero también sentir y padecer el dolor. Frente a la maravilla de un paisaje, la irritación de un deslumbramiento; contra la música sublime el infierno del ruido insoportable; ante la suave caricia la aspereza de la abrasión; oponiéndose a la fragancia el hedor insoportable, en antagonismo a lo sabroso, lo desagradable de lo repugnante ¿Pero, no tenemos más? ¿Dónde está el sentido para la temperatura, el equilibrio, la presión...? ¿Y el sentido común? el también llamado "menos común de los sentidos"?
Aseguran los científicos que los 5 sentidos "comunes", los denominados sentidos de la exterocepción (que perciben lo externo), serían en realidad los menos relevantes (¡pero vaya que lo son! -lo digo yo que estoy a medio camino de perder la vista y el oído...). Pero también existen sentidos de lo interno, de la interocepción y de la situación corporal (propiocepción).
Nuestro cerebro interactúa con el resto del organismo de muchas más formas de las que se pensaba. Para la neurocientífica española Nazareth Castellanos, investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid, la postura y la fisonomía del rostro envían señales a nuestro cerebro, y es una información a la que nuestro cerebro responde. Cuando un cuerpo adopta una postura relacionada con la tristeza el cerebro activa el "modo tristeza" y ante una cara enfadada, el cerebro activa mecanismos relacionados con el enfado. La postura y las expresiones del rostro influyen en el cerebro y hay que destacar el poder que puede tener una sonrisa, y la necesidad de educarse para aprender a escuchar “los susurros del cuerpo”.
La interocepción es la información que le llega al cerebro de lo que sucede dentro del organismo. Lo que pasa dentro de los órganos (corazón, respiración, estómago, intestino...) Debe considerarse el sentido número uno porque todo lo que sucede dentro es a lo que el cerebro le va a dar la máxima importancia, es lo prioritario para él. Se incluye aquí nuestra capacidad para percibir el hambre, la sed, la necesidad de orinar, la respiración, la temperatura corporal, entre otras. Es un sentido esencial para la regulación de funciones corporales importantes, como la ingesta de alimentos y líquidos, la termorregulación, la frecuencia cardíaca y la respiración. También está relacionada con la conciencia emocional y la regulación emocional. La interocepción puede ser alterada en ciertas condiciones, como el estrés crónico, los trastornos de ansiedad, la depresión y algunas enfermedades crónicas
La propiocepción ( la información sobre cómo está el cuerpo por fuera, la postura, los gestos y las sensaciones que tenemos a lo largo de mi cuerpo) sería el segundo sentido en importancia. Este se manifiesta, por ejemplo, en las sensaciones que produce el nerviosismo, o cuando se nos hace un nudo en la garganta, o en la pesadez de ojos cuando estamos cansados...). En este sentido se incluye la recepción (desde los músculos y tendones) y el procesamiento de la cinestesia (percibir la fuerza y velocidad de los movimientos del cuerpo) o el equilibrio (perceptores en el sistema vestibular del oído interno)
Además de los cinco sentidos clásicos exteroceptivos que se enseñan en la mayoría de las escuelas (vista, oído, olfato, gusto y tacto), y los interoceptivos y propioceptivos detallados existen otros sentidos o formas de percepción que ciertos animales (y, posiblemente, también algunas personas pueden experimentar). Aquí hay algunos ejemplos:
Sinestesia: es una condición en la que una persona experimenta la mezcla de dos o más sentidos. Por ejemplo, puede percibir colores al escuchar música o sabores al tocar objetos.
Magnetorecepción: es la capacidad de algunas especies animales, como las aves migratorias, de percibir campos magnéticos terrestres y utilizarlos para orientarse.
Electrorecepción: es la capacidad de algunos animales, como tiburones y rayas, de detectar campos eléctricos y utilizarlos para localizar presas o para comunicarse con otros animales de su especie.
Percepciones exteroceptivas ampliadas, por ejemplo:
Visión cromática anormal: ver colores de manera diferente a lo que se considera normal. Por ejemplo, pueden percibir colores más intensos o en combinaciones inusuales.
Hiperosmia: algunas personas tienen una capacidad olfatoria extremadamente sensible y pueden detectar olores que la mayoría de las personas no pueden percibir.
VERSIÓN ORIGINAL DE DONOVAN
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