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Buenos días, Eliza

Ventana de conversaciones de una versión de Eliza on line.


En 1988 decidí operarme de menisco. Tenía un menisco dañado desde el año anterior y, por lo que me decían, el extirparlo (operación frecuente en deportistas) me solucionaría el problema. No fue así. Me tocó en "malasuerte" un cirujano con afán formativo y deseoso de conseguir experiencia; pero a costa de pacientes como yo, mansos y confiados. Conmigo realizó una artroscopia iniciática, sin asesoramiento alguno y practicando como aprendiz de brujo con los aparatos sin pensar que el paciente en que ensayaba se jugaba el funcionamiento de su rodilla de por vida. Aquello fue un desastre y desde entonces padezco de dolores y problemas articulatorios en la rodilla derecha. 
La convalecencia fue larga (llegó a seis meses) y terminé con una movilidad reducida. Decidí aprovechar todo aquel largo periodo aprendiendo programación en BASIC; asistía a clases en una academia cercana y practicaba muchas horas en un amstrad CPC6128 que adquirí al efecto. Fue entonces cuando conocí a Eliza.

Tenía nociones de programación en LOGO adquiridas en mis cursos de escuela de verano como profesor animoso vocacional que dedicaba parte de sus "envidiadas" vacaciones en formación. Resultaba fascinante estudiar aquellas rutinas, lógicas y sencillas, que producían resultados asombrosos en la pantalla. Pero el BASIC (Código Simbólico de Instrucciones de Propósito General para Principiantes) se había impuesto entre los neófitos interesados en programaciones simples por ser un lenguaje de alto nivel, es decir con sintaxis parecida al lenguaje humano y ser más versátil que el LOGO.
  
 Así que, a través de mis jóvenes y entusiastas profesores, practicando con mi flamante consola aprendí y elaboré mis primeros programas. La actividad me fascinaba. Entender cómo funcionan las cosas siempre ha sido para mí una fuente de placer. Por mi cuenta elaboré un pequeño procesador de textos, una base de datos muy simple, un programa de batallas de naves espaciales, un magnificador de caracteres... También otros de tipo matemáticos para enseñar a sumar, restar, multiplicar y dividir; incluso uno que mostraba el proceso de resolución de raíces cuadradas con apoyo gráfico sobre un cuadrado según una explicación que descubrí en un libro de matemáticas de la Ed. Barcanova que lo mostraba a los niños de 6º de primaria (espero no equivocarme en el curso). Más tarde, ya reincorporado a la labor docente, programé un editor de calificaciones de los Planes de Trabajo con que funcionaba el centro y en los que, además de la nota, adjuntaba comentarios, promedios y detalles de cada trabajo y que fueron muy celebrados por los padres de los alumnos. 

También conocí, experimenté y modifiqué otros programas ya editados (dejo aparte los numerosos juegos -ya pirateados entonces, esto no es nuevo- con los que me divertí: trivial, carreras, aventuras, juegos de rol...). Uno de los programas con que tropecé fue Eliza. Pasé un largo rato, asombrado, charlando con esta "Inteligencia" de silicio que parecía realmente humana.  No soy el único. Se cuenta que, presentada a un científico ruso, se entusiasmó de tal manera que sus compañeros, sonrojados, observaron que empezaba a exponer situaciones personales, más propias de la intimidad, ante la máquina como si estuviera hablando con una persona llena de empatía...  Picado por el gusanillo de la curiosidad me hice con el código en BASIC y descubrí que era bastante sencillo. En realidad, Eliza, no entendía ni papa de lo que la decías. Únicamente buscaba determinadas palabras de tu intervención y aplicando algoritmos muy elementales elaboraba una respuesta, casi toda ella  prefabricada, en la que apenas sustituía algún sustantivo en relación con lo que habías expuesto. El programa no contestaba aportando nada, tan solo te invitaba a hablar.  Pocos años antes me había licenciado en psicología y conocía la terapia no directiva de Carl Rogers en que se fundamenta Eliza. Efectivamente el animar a expresarse y el dar rienda suelta al individuo para llevar la iniciativa en la conversación produce efectos terapéuticos pues anima al paciente a buscar sus propias respuestas a los conflictos. En realidad el papel del psicólogo se limitaría a animar continuamente a que siga hablando y esto es el propósito de todo el código, por otro lado muy simple, de ELIZA.

Todo esto viene a cuenta del boom de la Inteligencia Artificial.   El ChatGPT está de moda. Tal es así que he tenido problemas para conectarme con él debido a la amplia demanda de charlas que soporta este chat interactivo que usa la IA para comprender tus intervenciones y procesando una gran cantidad de información elaborar unas respuestas, sintácticamente correctas, que sorprenden por su aparente calidad. Sin embargo, cuando le aprietas, alega excusas como que solo puede operar con conocimientos de antes de 2020, o que no está autorizado, o que tu pregunta es ambigua... Las respuestas, por lo demás, suelen ser generales, excesivamente benevolentes -poco críticas- y estereotipadas. Y lo que es peor: a menudo inexactas o directamente erróneas. 

El programa ha sido alimentado con información introducida y clasificada por gran cantidad de trabajadores contratados en países de bajos salarios. Estructura las respuestas y las planifica con patrones bastante evidentes y se nutre de información que obtiene de la red: buscadores y proveedores de contenidos. 

Pero la experiencia es adictiva. Como muestra dejo aquí un retazo de conversación sobre su "antepasado" Eliza. Conoce sus ancestros y reconoce sus herencia, como vemos. 


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