Estudio de una torre particular:
La Torre telegráfica del Campillo,
(Arganda del Rey)
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Torre de Arganda en la actualidad (2021) |
Tras los pocos años en activo pasó largo tiempo en desuso y finalmente se instaló sobre ella un poste correspondiente a la posición N 40° 17.145 W 003° 24.735 (30T E 464957 N 4459554). Se trataba de un Vértice geodésico, poco habitual, en la parte superior de lo que quedaba de la torre del telégrafo.

Se trataba de una construcción fortificada, porque se consideraban construcciones militares de carácter estratégico, con paredes casi un metro de espesor en la base construida en piedra careada con mortero de cal y ventanas y molduras en ladrillo macizo. El acceso se realizaba con una escalera de mano por una puerta en el primer piso, a dos metros del suelo. En la segunda planta se disponía de ventanas con arpilleras y en la azotea se instalaba el aparato de telégrafo.
En su interior, ejercían los empleados, denominados torreros. El Gobierno decidió que debían ejercer esta labor militares profesionales. A juicio del ministro Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico, «No hay servicio más análogo al militar que el telegráfico, por los hábitos de subordinación y disciplina que exige, y por las fatigas y privaciones que le son inherentes». Eran, por lo general, excombatientes de las guerras carlistas, antiguos espías o soldados licenciados que pretendían hacer carrera en la vida civil. Debían formarse en la Escuela General de Telégrafos, ubicada en la torre de Tejoneras, en Torrelodones. Aprendían a reproducir los mensajes cifrados tras ver los signos de la torre anterior con un catalejo, pero no tenían los códigos de cifrado, que estaban en manos de los oficiales de las cabezas de línea. Además, se encargaban de las labores de mantenimiento de la infraestructura, por lo que debían conocer los rudimentos de distintos oficios. La velocidad de transmisión era rápida para la época, llegando a enviar cuatro signos por minuto, aunque dependía del clima. En menos de dos horas, podía comunicarse Madrid con Valencia. Todos los mensajes eran apuntados en hojas de papel pautado para detectar incidencias. En caso de problemas de transmisión, los ordenanzas llevaban el mensaje en mano hasta la siguiente torre.
Los trabajadores se organizaban por divisiones en las que había oficiales de sección y supervisores que debían visitar las torres una vez al mes. En cada estación, había dos torreros que tenían derecho a residir en la infraestructura. No así sus familias, que debían hacerlo en el pueblo cercano. Realizaban jornadas laborales de 10 horas en invierno y 16 horas en verano. Contaban con la ayuda de ordenanzas armados con carabinas, para actuar en caso de ataque. Los oficiales cobraban entre 5000 y 6000 reales anuales en función de su graduación profesional, los torreros, entre 2880 y 3600; y los ordenanzas, 2160 anuales. También crearon una asociación de auxilios mutuos a modo de seguro profesional. Usaban uniforme compuesto de levita, chaleco, pantalón y gorra. A pesar del control militar, eran comunes las multas por mala praxis. El servicio funcionaba en ocasiones de forma deficiente porque los trabajadores incurrían en borracheras o fiestas, abandonaban el puesto para ir a jugar al billar, o traían a sus familias a vivir a la torre, entre otros casos.
La precedía la torre de Vaciamadrid, la número 3 de la línea Madrid-Valencia (que contaba con 29 estaciones), entre la de Vallecas, en el cerro Almodóvar de la que era gemela en características constructivas (la distancia entre torres era de entre dos y tres leguas, unos 9,6 y 14,4 kilómetros, aproximadamente).

Antes de 2008, año de su reconstrucción, contaba con parte de la estructura en pie, aunque en ruinas. Tras remodelarla se ha convertido en museo ocasional y mantiene en los alrededores actividades y juegos didácticos sobre la práctica telegráfica que se realizaba en ella.
NOTA:
El Ayuntamiento de Arganda publica en su web municipal muy interesantes materiales y documentos sobre este torre y la Telegrafía óptica en general. Os invitamos a su visita.
Torre de telegrafía óptica
La torre de Arganda es la primera torre de sus características íntegramente restaurada. Se ha rehabilitado tanto el edificio como el sistema de transmisiones que se acciona desde su interior.
La telegrafía óptica 1849-1857: Línea telegráfica Madrid-Valencia
Era la nº 4 de la línea telegráfica Madrid-Valencia (1849-1857). Estaba formada por 30 torres, la primera en el Castillete de los jardines del Retiro y la última en San Francisco en Valencia.
Era la nº 4 de la línea telegráfica Madrid-Valencia (1849-1857). Estaba formada por 30 torres, la primera en el Castillete de los jardines del Retiro y la última en San Francisco en Valencia.
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