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Va por la ciencia.



EL EXTRAORDINARIO INTERÉS DE LA CIENCIA PARA QUIEN SABE DISFRUTARLA


No hace mucho, tras asistir a la graduación de su hijo (mi sobrino) discutía con mi cuñado José Mari sobre el interés y la belleza que la ciencia pueden producir. Una de las actuaciones durante la celebración había consistido en una charla magistral de contenido histórico. Le había gustado. El profesor desarrolló el tema de forma ágil (y necesariamente breve) salpicándolo de anécdotas haciendo que no fuera aburrido en ningún momento pese a lo artificial del momento y el lugar. El denso actode la graduación empezaba entonces a resultar largo y pesado, pero mantuvo el interés del auditorio. Durante la comida posterior en la tradicional visita a La Gran Muralla, el chino de Arganda favorito de la familia, discutíamos sobre la amenidad o el aburrimiento de las clases. Mi cuñado opinaba que la Historia se presta más a resultar entretenida mientras que, una clase sobre integrales por ejemplo no podía llegar a gustarle porque no se enteraría de nada y es un tema que no le interesaría en absoluto. A mí me escoció un poco el comentario: soy profesor especialista en ciencias y (aunque confieso que en mi época de estudiante tampoco sentía aprecio alguno por las materias científicas poco a poco, y bajo voluntaria aceptación, fui descubriendo la belleza de la ciencia. Las matemáticas, por ejemplo, odiadas en mis días juveniles por no haber sido capaz de dominar su lenguaje ni muchos de sus conceptos elementales, se me revelaban ahora luminosas. Cuando comprendía definitivamente sus leyes se convertían en algo hermoso, divertido, sumamente interesante...


Quizá todo comenzó con aquel suspenso en quinto de bachiller, en el año 1974. Ese año, en el instituto San Pelayo de Tuy (Pontevedra) suspendí matemáticas. Eso me obligó a dedicar u npar de meses de mis sagradas vacaciones a estudiar por mi cuenta (odiosa y frustante responsabilidad) que hube de complementar con clases particulares en una academia. Allí, en el calor de las tardes de julio, se obró la maravilla, la mística revelación de empezar a entender y descubrir la belleza y la satisfacción que encierran las matemáticas. El profesor, con una experiencia de décadas en el refuerzo de estudiantes frustrados, realizaba breves exposiciones sobre los conceptos más elementales y después aplicaba esas leyes a problemas que desarrollaba con una sistemáticidad y claridad deslumbrantes. Llegué a aficionarme a hacer diariamente por decenas aquellos ejercicios que, por fin, entendía y me salían con naturalidad, relajadamente, sin angustias.


Poco a poco, aprendí que todo lo que se hacía en esa asignatura tenía su lógica. Una lógica perfecta, sin ambigüedades. ¡Y cmprender las leyes de los núemros proporcionaba una satisfacción desconocida! Empecé a aceptar que, lo que inicialmente no comprendía, tarde o temprano -a veces demorando mucho esta satisfacción- me sería revelado.Mi admiración por la ciencia crecía. La frustración de no comprender determinados algoritmos si tenía la suficiente paciencia, si desvelaba paso a paso aquellas estructuras numéricas, encontraba al final una lógica deslumbradora, una estética estrenada, que producía una satisfacción inimaginable.


No. La gente no podría disfrutar de una clase magistral sobre integrales, insistía mi cuñado. Y yo, discrepante: - ¿Estás seguro? Con un profesor experto, con alguien original que se lo preparará bien , estoy seguro de que sería capaz de interesar a un auditorio inexperto, incluso con este aparentemente oscuro y complejo tema. Existe una leyenda negra contra las matemáticas. Se han vertido ríos de cáustica literatura sobre su aparente oscurantismo y se ha creado una opinión negativa hacia ella por parte de los perdedores, de los fracasados en la escuela... En España, más que en otros sitios. A veces, en las encuestas a los niños sobre sus preferencias algunos nos sorprenden con que las matemáticas es su asignatura favorita provocando asombro de la mayoría de adultos para quienes tortura tiene forma de algoritmos incomprensibles y aburridos teoremas estudiados a la fuerza en sus aborrecidas clases infantiles; pero cuando se saben enseñar bien, cuando uno ha logrado cimentar a fondo las bases necesarias de su aprendizaje el edificio de la ciencia forma una estructura maravillosa, de perfecta arquitectura, cuyo estudio puede producir una goce estético similar, incluso superior, al del arte y la poesía.


MI cuñado, cansado de mis argumentos, terminó dejándome por imposible. Zanjó la cuestión dándome a entender que no comprendía mi empecinamiento en demostrarle que la ciencia podría ser divertida. Y yo me sentí espoleado a demostrarle algún día que bien eneseñada la ciencia en un goze indescriptible. ¿Elaborar una interesante clase sobre integrales? ¿Revelar la belleza de los códigos secretos?, ¿Despertar la curiosidad por el número pi?...en ello estoy.


Quiza haya mucho que cambiar en la metodología. La enseñanza de las ciencias está afectada de una esclerosis paralizante. Acaso las nuevas tecnologías puedan ayudar y, acaso, hacerse desicivas. David Calle, profesor "youtuber" finalista del "Novel de Profesores" (Global Teacher Prize) ha publicado el libro "¿Cuánto pesan las nubes?" con preguntas científicas para jóvenes: "Quiero que se pregunten el "porqué" de las cosas", afirma. David está preocupado porque "cada vez detecta menos curiosidad entre los alumnos", "esta generación es muy impaciente y se rinde muy rápido", "el exceso de información en internet, donde todo está al alcance un clic, les ha quitado la capacidad de sorprenderse", "ante ello hay que ser creativos y buscar fórmulas para sorprenderlos". "Además hay que inspirar en ellos capacidad de trabajo, resistencia y resistencia" , "esta generación es muy impaciente y quiere resultados inmediatos, no entiende que hay muchas cosas que exigen trabajo y donde los resultados llegarán más adelante". La resistencia a la frustración por un suspenso en matemáticas hace que muchos abandonen su vocación por las ingenierías. "Hay alumnos que en el instituto sacaban unas notas fantásticas y que al llegar los primeros suspensos cambiaban de carrera. No entienden que no les puede salir todo bien a la primera, que tienen que practicar mucho: Práctica, práctica y aprobarás"


David Calle estima que nos 900.000 empleos tecnológicos se quedarán sin cubrir en la UE en los próximos años. La necesidad de estar bien formados tecnológicamente es ineludible. Pero "seguimos impartiendo las ciencias como hace 50 años. Así no logramos conectar con los chavales ni hacerles ver que todo lo que les apasiona tiene que ver con las ciencias. WhatsApp, Netflix, Google... existen gracias a los ingenieros. Una integral no tiene porqué ser divertida, pero si les cuentas para qué sirve a lo mejor les gusta más. La Ciencia además también es cultura: Tan incluyó es quién no sabe quién escribió El Quijote como el que no conoce las implicaciones de las Leyes de Newton o el Segundo Principio de la Termodinámica." "Para esto hay que tener claro que un buen profesor no es el que tiene muchos conocimientos sino el que es capaz de transmitirlos. Eso debería tenerse muy en cuenta en el acceso a la carrera docente."

NOTA: (David Calle, profesor youtuber vocacional tiene más de un millón de suscriptores en su canal. En su presentación en la final de los Premios Global Teacher Prize, junto a los otros 9 finalistas, no asistió ningún representante de nuestro gobierno ante el pesar y la envidia de nuestro protagonista -huérfano de apoyos institucionales frente al despliegue de los otros candidatos acompañados por sus ministros de educación y varios presidentes de su gobierno). Actualmente sigue dando clases virtuales desde la buhardilla de su casa"
 (El Mundo, jueves 24 de mayo de 2018) 



No soy una persona brillante. Me cuesta horrores, muchas veces, comprender las leyes de la ciencia. Encuentro farragosos los códigos y los desarrollos matemáticos; pero cuando a base de paciencia y de intentarlo de nuevo llego a vislumbrar su lógica maravillosa siento una satisfacción inigualable. Nos dice Einsten:

"(La ciencia es...) la cosa más bella que podemos experimentar..." "Es lo misterioso, es el origen de todo el arte"
y añade Richard Dawkins, divulgador científico a quién se debe el título del blog:

"El asombro reverencial que la ciencia puede proporcionarnos es una de las más grandes experiencias de la que es capaz la psique humana. Es una profunda pasión estética comparable a la música y la poesía más sublimes. Es, ciertamente, una de las cosas que hacen que valga la pena vivir"

Intenta entenderla. Merece la pena.

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