El relato
Los intelecvitas
Hace aproximadamente tres mil millones de años los intelecvitas fabricaban esporas sin cesar. Durante más de un millón de años habían sufrido las más increíbles variaciones genéticas. Comenzaron, al parecer, como todos los seres vivos de su mundo: a partir de misteriosas esporas espaciales; más tarde evolucionaron a formas marinas fusiformes que acabaron conquistando las secas cortezas del planeta transformándose en animales reptantes hasta alcanzar formas humanoides. Habían llegado entonces a su etapa de esplendor intelectual en esos momentos que coincidían con la fase final de la expansión del Universo. Entonces comenzaron a degenerar: primero se hicieron anfibios, luego animales marinos y, ahora, simples bacterias que se duplicaban sin pausa para encapsularse finalmente dentro de resistentes envolturas. Los cuerpos celestes habían revertido su dirección de propagación en el Universo y se dirigían ahora con aceleración negativa hacia un núcleo en el espacio, de donde aún, emanaba cierta radiación de fondo. Las condiciones de vida en el planeta se endurecían más y más. Ya solo las esporas, acorazadas bajo una cápsula indestructible, sobrevivían a las temperaturas extremas y las destructivas radiaciones. Algo en su configuración genética les obligaba a desprenderse y lanzarse al vacía cósmico, a abandonar ese planeta a punto de estallar. Millones de esporas espolvorearon el Universo ocupando la vacía trayectoria de antiguos planetas.
Toda la masa del Universo corría a concentrarse en un lugar lejano, tal vez en el lugar ancestral de su nacimiento. Se estaba produciendo una pulsación cósmica, un golpe de péndulo universal.
El año 0, un nuevo protouniverso reunía todo su volumen en una esfera de diámetro no superior a un centímetro cúbico. Esta densidad insoportable para la materia hizo que esta estallase. Una inflación velocísima expansión el Universo Naciente a distancias inconcebibles que aumentaron aceleradamente al ocupar posiciones en esferas virtuales progresando aceleradamente en el espacio. 5.000 años después una gigantesca bola incandescente barrió las órbitas olvidadas de antiguos planetas. Algunas de ellas fueron apresadas por la gravedad en el vertiginoso camino centrífugo de aquel cuerpo estelar. En el año 8.ooo una espora logró reproducirse sobre la hirviente agua sulfurosa de un joven planeta.
En el año 13.000 los humanoides se afanaban, parapetados tras sofisticados telescopios, en buscar señales del origen de la vida en el Universo.
La noticia
El extraordinario superpoder de los tardígrados, la criptobiosis: congelados, detienen su envejecimiento.
12 Octubre 2022Actualizado 13 Octubre 2022, 09:45 JUAN CARLOS LÓPEZ@juanklore
Los tardígrados son unos seres prodigiosos. Y es que su diminuto tamaño no les impide llevar a cabo proezas que quedan definitivamente fuera del alcance de la mayor parte de los seres vivos. Solo miden entre 50 micrómetros y 1,2 milímetros, pero son capaces de resistir estoicamente las condiciones ambientales más adversas. De hecho, su ADN es "inmune" a la radiación, y, además, soportan el frío y el vacío del espacio.
Pero esto no es todo. Suena descabellado, pero uno de ellos incluso ha intervenido en un entrelazamiento cuántico. Estas capacidades son sorprendentes, pero tienen otra cualidad que es si cabe incluso más asombrosa. Unos investigadores de la Universidad de Stuttgart, en Alemania, y de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Pohang, en Corea del Sur, han probado algo que los científicos sospechaban desde hace tiempo: los tardígrados tienen un auténtico superpoder: Cuando se congelan su envejecimiento se detiene casi por completo
Curiosamente, los tardígrados se sienten más cómodos con el frío y el calor extremos que con el calor moderado. Los científicos han comprobado que pueden soportar temperaturas de -200 ºC, que se dan en muchas regiones del espacio, y también de hasta 151 ºC. Incluso pueden sobrevivir a presiones de hasta 6000 atmósferas y a un proceso de deshidratación de hasta 10 años de duración. Sin embargo, para algunas variedades de estos animalitos una temperatura media de 37,1 ºC puede ser letal.
Para soportar estas condiciones ambientales tan severas los tardígrados activan un mecanismo conocido como criptobiosis. Es un fenómeno similar a la hibernación de algunas especies, aunque no idéntico, y les permite detener su reloj interno durante periodos de tiempo muy prolongados. Sin embargo, y este es un detalle muy importante, cuando el cambio de temperatura al que se ven sometidos es muy suave la criptobiosis no se activa, y en estas condiciones la temperatura media a la que mueren algunas variedades es de tan solo 37,1 ºC. Para soportar estas condiciones ambientales tan severas los tardígrados activan un mecanismo conocido como criptobiosis
No obstante, los misterios de los tardígrados no acaban aquí. Y es que a los investigadores que he mencionado unas líneas más arriba se les ha ocurrido congelar un total de 500 tardígrados de forma intermitente a una temperatura de -30 ºC. Su propósito era comprobar si su reloj interno también se detiene cuando se les somete a estas condiciones tan severas. Precisamente esto es lo que sucede cuando las circunstancias ambientales les permiten desecar sus cuerpos para activar la criptobiosis de una forma natural.
Además del grupo de tardígrados sometido a la congelación han seguido de cerca a otro grupo de control que estaba expuesto a una temperatura ambiental constante y confortable. Su observación habla por sí misma: los tardígrados del grupo sometido a la congelación recurrente han pasado, aunque de forma intermitente, el mismo tiempo promedio en actividad que los tardígrados del grupo de control. Esto significa, sencillamente, que su reloj interno se detiene cuando se congelan, y no envejecen. El tiempo solo pasa por ellos cuando reanudan la actividad. Otro punto para los tardígrados.
Más información: Journal of Zoology | Universidad de Stuttgart
Para soportar estas condiciones ambientales tan severas los tardígrados activan un mecanismo conocido como criptobiosis. Es un fenómeno similar a la hibernación de algunas especies, aunque no idéntico, y les permite detener su reloj interno durante periodos de tiempo muy prolongados. Sin embargo, y este es un detalle muy importante, cuando el cambio de temperatura al que se ven sometidos es muy suave la criptobiosis no se activa, y en estas condiciones la temperatura media a la que mueren algunas variedades es de tan solo 37,1 ºC. Para soportar estas condiciones ambientales tan severas los tardígrados activan un mecanismo conocido como criptobiosis
No obstante, los misterios de los tardígrados no acaban aquí. Y es que a los investigadores que he mencionado unas líneas más arriba se les ha ocurrido congelar un total de 500 tardígrados de forma intermitente a una temperatura de -30 ºC. Su propósito era comprobar si su reloj interno también se detiene cuando se les somete a estas condiciones tan severas. Precisamente esto es lo que sucede cuando las circunstancias ambientales les permiten desecar sus cuerpos para activar la criptobiosis de una forma natural.
Y sí, tal y como sospechaban, los tardígrados han superado esta prueba. En el estudio que han publicado en la revista científica Journal of Zoology estos científicos aseguran que su proceso de envejecimiento también se detiene cuando se congelan. Se detiene completamente. Para comprobarlo, como he anticipado en el párrafo anterior, han congelado y descongelado iterativamente 500 tardígrados, y han contabilizado el tiempo que se han pasado congelados, y, por tanto, en estado de latencia, y el tiempo durante el que han permanecido en actividad.
Además del grupo de tardígrados sometido a la congelación han seguido de cerca a otro grupo de control que estaba expuesto a una temperatura ambiental constante y confortable. Su observación habla por sí misma: los tardígrados del grupo sometido a la congelación recurrente han pasado, aunque de forma intermitente, el mismo tiempo promedio en actividad que los tardígrados del grupo de control. Esto significa, sencillamente, que su reloj interno se detiene cuando se congelan, y no envejecen. El tiempo solo pasa por ellos cuando reanudan la actividad. Otro punto para los tardígrados.
Más información: Journal of Zoology | Universidad de Stuttgart
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