No sé qué razones impelen a los hombres a despreciar al mago que revela sus trucos, al hechicero que confiesa el secreto de sus pócimas... Un día cayó en mis manos un libro precioso que me atrapó. Lo escribió el magnífico divulgador científico Richard Dawkins para rebatir la amarga opinión del poeta irandés Wiliam Butter Keats que afirmaba que la Ciencia destruye la belleza del misterio.
En el preámbulo aparece este frío y desolado mensaje:
Sin embargo Dawkins añade:
El título del libro procede del poema "Lamia", de 1820, del poeta irlandés Wiliam Butter Keats:
Destejiendo el arco iris es un libro de Richard Dawkins publicado en 1998. El autor es un biólogo inglés especialista en zoología, académico de la Universidad de Oxford. Dawkins, evolucionista darwinista convencido, ha polemizado en numerosas ocasiones con opositores a esta teoría y es un gran comunicador que ha defendido muchas veces sus teorías en los medios.
En el presente libro despliega una poderosa batería de argumentos y ejemplos a favor de la naturaleza poética de la ciencia: Afirma que su capacidad para explicar, conocer, imaginar, crear, descubrir... excita la mente humana y produce emociones inigualables. Quizás los poetas (los malos poetas), geniales en su parcela, pecan de una arrogante ignorancia restringiendo el acceso a mundos maravillosos. Lejos de provocar frialdad y desolación, la ciencia puede proporcionar asombro reverencial mostrando el sentido de lo maravilloso que hay en el mundo. No hay nada de amenazador en resolver un misterio científico; al contrario, los misterios no pierden su encanto cuando se los resuelve, la solución es muchas veces más bella que el enigma.
Dawkins aborda estos temas con un estilo cautivador, ameno y asequible a cualquier lector. Aborda numerosos contenidos de gran interés y actualidad: astronomía, genética, lenguaje, informática, realidad virtual.... revelando la honda poesía que sugiere su conocimiento y estudio y, a un tiempo, ataca sin piedad las "pseudociencias". Achaca Dawkins la tendencia humana a creer en las pseudociencias a nuestra deficiente comprensión de los fenómenos estadísticos que nos hace aplicar causalidad a hechos realmente improbables. La constatación de la propensión humana a la credulidad (en esencia el estadio infantil de cualquier persona) le lleva a aventurar la teoría de que se trata de una adaptación de la selección natural (la supervivencia de los mejor adaptados) ya que favorece la credulidad ingenua de los niños, penalizando una actitud mental experimental y escéptica a esa edad. El aprendizaje mediante ensayo y error no es algo positivo en la niñez, pues los errores son demasiado costosos, pudiendo acabar hasta con la vida del que ensaya. De modo que la credulidad en los niños (ante todo lo que digan sus padres, profesores y la gente mayor en general) es algo normal y saludable; pero es algo enfermizo, censurable y trae consecuencias catastróficas si persiste en la vida adulta. Los párrafos dedicados a este tema llamaron poderosamente mi atención, pues soy un ferviente defensor de no embaucar a los niños con falsos mitos como papá Noel, Los Reyes Magos, El Ratoncito Pérez...
El libro se lee de un tirón y hay páginas poderosamente evocadoras y sorprendentes. Quizás alguno de los capítulos se vuelve algo farragoso, pero hay párrafos brillantes. La obra me ha encantado.
Libro, pues, que recomiendo a todos los que, de niños (y también de adultos) no paraban de preguntar "¿por qué?", a los que siempre han desconfiado de la superstición, la religión y el dogma científico... y lo desaconsejo absolutamente a los crédulos, a los que creen en las patas de conejo, las loterías, los gatos negros, las rogativas, los magos, los hechiceros... a no ser que aún les quede un espacio en su cabecita para albergar una pequeña duda...
En el preámbulo aparece este frío y desolado mensaje:
"Somos hijos del caos y la estructura profunda del caos es la degradación. En el fondo sólo existe corrupción y la imparable marea del caos. No hay finalidad, hay tan sólo dirección. Esta es la cruda realidad: que tenemos que aceptar si escudriñamos con profundidad y de forma desapasionada el corazón del universo"
Sin embargo Dawkins añade:
"El asombro reverencial que la ciencia puede proporcionarnos es una de las más grandes experiencias de la que es capaz la psique humana. Es una profunda pasión estética comparable a la música y la poesía más sublimes. Es, ciertamente, una de las cosas que hacen que valga la pena vivir"
El título del libro procede del poema "Lamia", de 1820, del poeta irlandés Wiliam Butter Keats:
"Una vez había en el cielo un arco iris tremendo; conocemos su trama, su textura; está indicada en el insulso catálogo de las cosas comunes. La filosofía cercenará las alas de un Ángel, conquistará todos los misterios con la regla y la línea, vaciará el aire de fantasmas y la mina de los gnomos... Destejerá el arco iris..."Pero el juicio de grandes científicos nos habla justo de lo contrario. Nos dice Einsten:
"(La ciencia es...) la cosa más bella que podemos experimentar..." "Es lo misterioso, es el origen de todo el arte"
En el presente libro despliega una poderosa batería de argumentos y ejemplos a favor de la naturaleza poética de la ciencia: Afirma que su capacidad para explicar, conocer, imaginar, crear, descubrir... excita la mente humana y produce emociones inigualables. Quizás los poetas (los malos poetas), geniales en su parcela, pecan de una arrogante ignorancia restringiendo el acceso a mundos maravillosos. Lejos de provocar frialdad y desolación, la ciencia puede proporcionar asombro reverencial mostrando el sentido de lo maravilloso que hay en el mundo. No hay nada de amenazador en resolver un misterio científico; al contrario, los misterios no pierden su encanto cuando se los resuelve, la solución es muchas veces más bella que el enigma.
Dawkins aborda estos temas con un estilo cautivador, ameno y asequible a cualquier lector. Aborda numerosos contenidos de gran interés y actualidad: astronomía, genética, lenguaje, informática, realidad virtual.... revelando la honda poesía que sugiere su conocimiento y estudio y, a un tiempo, ataca sin piedad las "pseudociencias". Achaca Dawkins la tendencia humana a creer en las pseudociencias a nuestra deficiente comprensión de los fenómenos estadísticos que nos hace aplicar causalidad a hechos realmente improbables. La constatación de la propensión humana a la credulidad (en esencia el estadio infantil de cualquier persona) le lleva a aventurar la teoría de que se trata de una adaptación de la selección natural (la supervivencia de los mejor adaptados) ya que favorece la credulidad ingenua de los niños, penalizando una actitud mental experimental y escéptica a esa edad. El aprendizaje mediante ensayo y error no es algo positivo en la niñez, pues los errores son demasiado costosos, pudiendo acabar hasta con la vida del que ensaya. De modo que la credulidad en los niños (ante todo lo que digan sus padres, profesores y la gente mayor en general) es algo normal y saludable; pero es algo enfermizo, censurable y trae consecuencias catastróficas si persiste en la vida adulta. Los párrafos dedicados a este tema llamaron poderosamente mi atención, pues soy un ferviente defensor de no embaucar a los niños con falsos mitos como papá Noel, Los Reyes Magos, El Ratoncito Pérez...
El libro se lee de un tirón y hay páginas poderosamente evocadoras y sorprendentes. Quizás alguno de los capítulos se vuelve algo farragoso, pero hay párrafos brillantes. La obra me ha encantado.
Libro, pues, que recomiendo a todos los que, de niños (y también de adultos) no paraban de preguntar "¿por qué?", a los que siempre han desconfiado de la superstición, la religión y el dogma científico... y lo desaconsejo absolutamente a los crédulos, a los que creen en las patas de conejo, las loterías, los gatos negros, las rogativas, los magos, los hechiceros... a no ser que aún les quede un espacio en su cabecita para albergar una pequeña duda...
Hola a todo el mundo: Bienvenidos a mi Blog.
ResponderEliminarEs este un blog de ciencia, un blog que pretende abordar algunos temas científicos desde una perspectiva personal.
La ciencia es fascinante, pero hay que dejarse seducir por sus encantos. Para ello es necesario un poco de paciencia y una mirada sin prejuicios. Tómate tu tiempo para enamorarte. Perdón por el afán pedagógico y las alusiones personales: Si os llega a aburrir absolved a la ciencia: yo tengo la culpa.