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La internet del bosque

Me encontraba asistiendo a clase en un curso monográfico sobre los hongos en la Universidad de Mayores de la UAH cuando el profesor dejó caer una frase que atrajo toda mi atención: "Los hongos subterráneos forman la intenet de los árboles en el bosque"

Parecían cobrar sentido de pronto las leyendas que en muchas culturas y regiones versan sobre árboles que se hablaban, que sentían y colaboraban entre ellos. También adquirían cierta verosimilitud las bellísimas escenas de la película Avatar en las intervienen alguno de sus árboles sagrados (El Árbol Madre, el Árbol de las Voces y el Árbol de las Almas). Incluso los viejos Ent de Tolkien se me antojan ahora menos imposibles.

La verdad es que no es una metáfora de la ciencia,  es una afirmación fundada en numerosos estudios que evidencian que los árboles de los bosques se comunican mediante un procedimiento que recuerda el funcionamiento de la red virtual. Veamos como es eso posible. 

La clave está en que muchos hongos realizan una asociación simbiótica con plantas mediante conexiones en sus raíces. Esos hongos, llamados micorrizas (del griego myces, hongo y rhiza, raíz) ofrecen a la planta beneficios para su funcionamiento y supervivencia y esta le compensa permitiéndolos el libre acceso a su savia para alimentarse y un hábitat idóneo para desarrollarse. No es una asociación particular entre una pareja de seres, sino una auténtica red interconectada por millones de "cables" gracias a los micelos (aparato vegetativo de los hongos formados por conjuntos de filamentos llamados hifas). La historia de esta amistad tiene casi quinientos millones de años en nuestro planeta. 



Hay que tener en cuenta que los árboles, por largas que sean sus raíces, no pueden alcanzar ciertos minerales esenciales del suelo como el fósforo, lejos de su espacio radicular; pero las hifas de los hongos (extendidas como pequeños microtubos por kilómetros) llegan a esos nutrientes y los pueden enviar por  hasta la raís. No solo lo hacen con el fósforo y el nitrógeno, sino también con cobre, zinz o hierro. Pero es que además los hongos también actúan como transportistas de compuestos químicos entre plantas: defensas químicas contra plagas, alimentos, señales de estrés... Parece que existe una red solidaria entre los árboles donde los más sanos envían nutrientes al resto. Los hongos, por otra parte, pueden facilitar la extracción del nitrógeno inorgánico del suelo gracias a enzimas especiales. Todo esto, cuyo funcionamiento no está del todo claro, ha sido estudiado con marcadores moleculares que permiten rastrear el viaje de los nutrientes a través de la red de hifas hasta los distintos ejemplares. 

De las investigaciones de algunos cientíicos como la ecóloga Suzanne Simard (Universidad de Columbia Británica, Canadá) se desprende que todos los árboles del bosque canadiense objeto de su estudio estaban conectados adoptando cada ejemplar un papel diferenciado: los "árboles madre" (más viejos) son los mas conectados y cooperan aportando elementos vitales a los recién germinados  (que, por estar en la penumbra del suelo apenas pueden realizar fotosíntesis) y ejemplares jóvenes hasta que crecen y un claro del bosque les permite producir su propio alimento. 
También comprobó que existe algo parecido a una conversación entre plantas (no necesariamente de la misma especie) mediante el intercambio de sustancias (pueden ser señales de peligro o de estrés, defensas químicas, nutrientes) en respuesta a demandas u ofertas mutuas. Las plantas interactúan unas con otras para satisfacer sus necesidades, desde la más favorecida a la menos, dependiendo esto de la disposición de nutrientes, estación en curso o posición del sol.  También se demostró que son capaces de reconocer a sus familiares (a ejemplares de su misma especie) aunque se encontraron también casos de pinos advertidos de peligros que reaccionaron ante una agresión infligida a otra especie. 
En un rasgo que podríamos calificar de altruista, Simard encontró que los árboles próximos a morir transfieren todo el carbono posible a los más jóvenes. 
Parece que la redes entre árboles son muy robustas (al igual que la propia internet, diseñada para soportar cortes en sus líneas pasando a usar rutas alternativas) pero dañar a los árboles madre las vuelve muy vulnerables, pudiendo colapsar. Serían algo así como los "nodos" del sistema. 
La autora no duda en personificar a los árboles a los que adora y atribuye cualidades casi humanas:
"Yo interpreto que hay una inteligencia, una sabiduría, una protección que se trasmite de una generación a la otra. Estas plantas están conectadas en el tiempo y en el espacio, y a través de las generaciones", plantea Simard. "Un bosque es más que una colección de árboles individuales. Ya no solo compiten por los recursos, sino que los comparten. Actúan de forma colectiva”.


La idea de que los árboles tienen "vida social" y "cultivan la amistad" ha sido expuesta también por otros expertoscomo Peter Wohlleben (inspector forestal de la Universidad de Rottemburg ) en su obra "La vida secreta de los árboles", 2015. Wohlleben, que estuvo trabajando 20 años para la Comisión Forestal de Alemania, dejó su trabajo cuando percibió que los árboles podían sentir emociones y comunicarse entre ellos. "Para aquel que sabe que los árboles sienten dolor, que tienen memoria y que los árboles progenitores viven con sus retoños, ya no es tan fácil talarlos, ni deambular con grandes máquinas a su alrededor" - afirma.

Wohllenben relata el enternecedor caso de una vieja haya de un bosque que llevaba cientos de años sin poder alimentarse por sí misma. Pudo sobrevivir a su ayuno gracias a que sus vecinas se encargaron de nutrirla a base de una solución de azúcares. Esta solidaridad abórea no se da de manera aleatoria, sino que los árboles eligen a quienes ayudar y con cual aliarse. ¿No es así la amistad entre las personas? Peter Wohlleben describe la comunidad arbórea del bosque como un superorganismo: 

"Un árbol no hace un bosque, no es capaz de crear un clima local equilibrado, está expuesto al viento y a las inclemencias del tiempo. Sin embargo, los árboles juntos crean un ecosistema que amortigua el calor y el frío extremos, almacena cierta cantidad de agua y produce un aire muy húmedo. […] Si todos los ejemplares se preocupasen sólo de sí mismos, muchos de ellos no llegarían a la edad adulta. Las muertes continuadas provocarían grandes huecos en las copas, por los que las tormentas se colarían con mayor facilidad y otros troncos podrían ser abatidos. El calor del verano penetraría hasta el suelo del bosque y lo secaría. Todos sufrirían." 
La comunicación entre plantas nos sorprende más aún cuando se descubre que también tienen "wifi", es decir, no solo transmiten por la red de cableado de hifas en el subsuelo; sino que pueden detectar o emitir compuestos volátiles que interactúan con otras planta o insectos. Los árboles, como el resto de seres vivos, cuentan con un lenguaje a base de olores. No solo lo utilizan para comunicarse, sino que también los hacen para ahuyentar a posibles enemigos (caso de las acacias de la sabana africana con las jirafas, que emiten etileno para prevenir a las vecinas de que van a ser atacadas y las permite elaborar sustancias tóxicas para defenderse). Multitud de compuestos orgánicos volátiles son continuamente liberados por las plantas y en particular por los árboles. Esta liberación la percibimos en el peculiar olor que desprende un pinar, un eucaliptal o un bosque de laureles. Pues bien, la alteración en la concentración o composición de estas mezclas de sustancias es un efectivo sistema de comunicación interno del propio árbol Y no solo eso: con estas variaciones en la emisión de volátiles, el "aroma a estrés" de la planta es una pista de información fiable que logra atraer a otros organismos, como aves insectívoras e insectos depredadores de parásitos, que se alimentan de los enemigos del árbol. También los sabores permiten comunicación y defensa; los taninos, por ejemplo, producen mal sabor para defenderse; pero otros sabores atraen a seres que les benefician (atraen, por ejemplo, a las abejas para la polinización).

Todas estas cuestiones son actualmente objeto de estudio y los fascinantes descubrimiento abren paso a lo que podríamos llamar la Era de la Comunicación con las plantas.



ARTÍCULOS RECOMENDADOS

Los árboles se comunican, se ayudan y alertan de peligros
Artículo del diario EL PAÍS sobre las investigaciones de la ecóloga canadiense Suzanne Simard, de la Universidad de British Columbia, en las que comprobó que los árboles de los bosques temlados de Canbadá están conectados a través de una red subterránea de hongos.

La vida secreta de los árboles
Libro del experto alemán en árboles y bosques Peter Wohlleben donde expone sus observaciones sobre los bosques como superorganismos con organización colectiva y sensibilidad.

Las comunicaciones secretas de las plantas
Artículo deCOPORTAL que resume bastante bien la idea que intento expresar.

VIDEO RECOMENDADO (muy sencillo)


 

Comentarios

  1. Me alegro de haber terminado esta entrada que tenía pendiente desde hace un par de meses. Como me sucede siempre acabo fascinado por un tema cuando empiezo a investigar y recopilar información sobre él. Este caso, el de comunicación entre las plantas, es especialmente interesante. Los guionistas de la película "Avatar" supieron ver desde el principio las implicaciones de las recientes investigaciones sobre las redes de comunicación entre plantas para dotar de poesía y trascendencia al argumento.

    He aquí, pues, un resumen de las más relevantes conclusiones que, al respecto, he podido encontrar. Espero que te haga reflexionar. Seguro que en tu próxima visita a un bosque verás a los árboles de otra manera.

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  2. No he contrastado el artículo; pero valga la advertencia, propuesta por algunos, de que no todo es cierto en estas aseveraciones (o no está lo suficientemente probado). Como muestra aporto este extracto de un artículo publicado por Nature.
    https://www.larazon.es/ciencia/nature-advierte-que-nos-estamos-equivocando-hongos_2023021463eb3294b5cd32000127f248.html
    y extraído de esta fuente:
    REFERENCIAS (MLA):
    Alberta Justine Karst, et al., Positive citation bias and overinterpreted resultslead to misinformation on common mycorrhizal networks in forests Nature Ecology & Evolution 10.1038/s41559-023-01986-1 http://dx.doi.org/10.1038/s41559-023-01986-1
    (Continua)

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  3. Continuación 1
    En esencia contempla estas teorías como "Nuevas Religiones"...
    "Una de estas “nuevas religiones” es el New Age. Una corriente que, como si fuera un cajón de sastre, reúne todo tipo de ideas esotéricas y, entre ellas, suele mezclar una supuesta ilustración científica con tradiciones paganas muy relacionadas con la naturaleza. Ahora bien: ¿Qué peligro podría tener que las personas creyeran lo que les viniera en gana?

    El problema está en que, como decíamos, a veces se presentan como datos científicos lo que solo son fábulas “buenrollistas” y eso tiene consecuencias para nosotros. A veces para nuestra salud, otras para el medioambiente. En este caso, la revista Nature Ecology & Evolution hadecidido tomar cartas en el asunto y publicar una investigación que se levanta contra un tema especialmente viralizado en los colectivos New Age: las fantásticas propiedades de los hongos. Lo más sorprendente es que el tema no orbita en torno al consumo de hongos psicotrópicos, sino a un supuesto conocimiento teórico que ha causado furor estos últimos años, en gran medida debido a documentales exagerados y charlas motivadoras de dudoso rigor. ¿Es cierto que los hongos crean redes subterráneas que conectan a la vegetación para que comparta nutrientes y alerten de posibles peligros? Muchos han llegado a presentarlas como cerebros fúngicos que habitan bajo nuestros pies y conectan todo el planeta.
    (Continua)

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  4. Continuación 2
    Y rebate las siguientes afirmaciones:
    ¿Conectan todos los bosques?
    Si nos ceñimos a los estudios publicados, las redes micorrícicas comunes (que así se llaman), no se han estudiado mucho. Faltan muestras como para conocer su extensión y ubicuidad. Son pocos los bosques cartografiados y, posiblemente, dependan mucho de la especie y el lugar que estudiemos.

    Dicho de otro modo: si bien los hongos pueden desarrollar redes micorrícicas comunes de cierta extensión, todo lo que se dice sobre su ubicuidad es pura fantasía. Aunque por ahora los investigadores saben bien que estas afirmaciones New Age son exageradas, es cuestión de generaciones que calen del todo en la sociedad y puedan afectar a decisiones relacionadas con la gestión de los suelos, por lo que conviene aclarar un par de conceptos más.

    ¿Comparten nutrientes?
    Sería como un cordón umbilical que ayudaría a crecer a los árboles más pequeños, a los que apenas llega la luz para hacer la fotosíntesis. Por desgracia, por bello que sea este concepto, también es falso.

    En la investigación citan que una revisión de los principales 26 artículos publicados al respecto no respaldan esta idea. Las redes micorrícicas comunes tendrían mayormente un efecto neutro en este caso, produciendo a las plantas que conectan algunos beneficios, pero también inconvenientes. Así que no, no parece que sean una autopista de nutrientes de primera importancia. Y es que, incluso si lo fueran, lo que no podemos afirmar bajo ningún concepto, es que tengamos razones para creerlo.

    ¿Son un cerebro fúngico?
    En la investigación, los expertos aclaran que no hay ningún artículo científico publicado y revisado por pares que respalde que estas redes contribuyan a que unas plantas les comuniquen a otras la presencia de peligros. No parece que se envíen información como si fueran cables y muchísimo menos que puedan procesarla como hacen realmente los cerebros.

    En palabras de Alberta Justine Karst, una de las tres responsables de la investigación: “Distorsionar la ciencia sobre las redes micorrícicas comunes en los bosques es un problema, porque una ciencia sólida es fundamental para tomar decisiones sobre la gestión de los bosques. Es prematuro basar las prácticas y políticas forestales en las redes micorrícicas comunes per se, sin más pruebas. Y no identificar la desinformación puede erosionar la confianza pública en la ciencia”. Así que, por mucho que disfrutemos imaginando un bosque inteligente, capaz de actuar como un organismo sabio y en equilibrio, la realidad es algo más cruda, mucho menos fantasiosa pero, eso sí, igual de espectacular.

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